La psicología humanista se caracteriza porque se centra en el individuo desde una visión global, desde la cual, existen múltiples factores que intervienen en su bienestar, en su crecimiento personal y en su autorrealización Se le considera un ser único, responsable de su propia experiencia, capaz de tomar conciencia de sus propios recursos para desarrollarse, llegar a la autorrealización y descubrir sus potencialidades.

Desde este enfoque, el terapeuta sirve de herramienta para la persona, para que ella misma mediante sus propias capacidades pueda llegar a comprenderse y desarrollarse. Se aleja de lo patológico o lo enfermo del paciente (al que le, por ejemplo, desde el counsellig llamamos cliente) y se centra en su lado positivo a potenciar. Parte de la idea de que dentro de nosotros mismos hay una capacidad valiosa y un mecanismo innato que pnos ayuda en nuestro bienestar y equilibrio. Las personas, a partir del humanismo, ya no solo van a terapia porque están enfermas, también van porque quieren alcanzar la mejor versión de sí mismas.

A diferencia de otras corrientes psicológicas, para el humanismo el hombre no es un ser esclavo de sus instintos e ideas reprimidas, (psicoanálisi), ni es un ser programable desde el entorno conductista. Para la Psicología Humanista el hombre es libre, subjetivo y y se desarrolla gracias a su afán de realización. 

Las personas, desde este modelo, poseen la capacidad de tomar sus propias decisiones, de responsabilizarse de sí mismas y de emprender un desarrollo personal. El psicólogo sirve de herramienta para la persona, para que ella misma, mediante sus propias capacidades, pueda llegar a comprenderse y aceptarse. Actualmente, junto a la psicología positiva, el humanismo está cada vez más presente en la psicoterapia y se considera una de las corrientes mas destacables para el autoconocimiento, mejora de las relaciones sociales y desarrollo de la autoestima

 «Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante».
-Carl Rogers–