Muchas parejas atraviesan con mayor o menor dificultad, retomar las relaciones sexuales tras el parto. En la mujer, tras este cambio vital hay una serie de cambios que influyen en cómo y cuándo retoma las relaciones sexuales.

Primeramente, debemos tener en cuenta que a nivel físico puede haber daños en la musculatura pélvica, loquios, cambios hormonales que producen sequedad vaginal, disminución de la libido, desgarros perineales o episiotomía, cicatrizaciones, dolor entre otros.

A nivel emocional y psicológico, la nueva madre experimenta una serie de cambios, en los que podemos destacar:

  • Los cambios en la autopercepción y sentimientos negativos por los cambios corporales (las que se sienten incomodadas con sus cuerpos se les afecta la autoestima, la autoimagen, la sexualidad y la relación con el compañero)
  • Se sienten vulnerables, cansadas en extremo con necesidad de afecto, con miedo al nuevo desempeño sexual
  • Miedo al dolor y a quedar de nuevo embarazadas
  • La lactancia materna también modifica el apetito sexual por la bajada de estrógenos, altos niveles de prolactina, y menores de testosterona.
  • Se añade que los pechos pueden perder su significado erótico al asociarlo al alimento del bebe y durante la relación puede darse eyección láctea, lo cual puede suponer a la puérpera cierta vergüenza y/o incomodidad

Tras la llegada del nuevo hijo, los cambios hormonales y emocionales no afectan solo a la mujer, también afectan a su pareja. Sabemos que en el hombre ante el nacimiento del bebé, baja la testosterona y suben los estrógenos durante unas seis semanas, para crear con más facilidad un vínculo afectivo con su hijo.

La ciencia nos demuestra que los niveles de testosterona ya no vuelven a ser los mismos ante la crianza de los hijos. Si existe colecho (una opción de descanso en familia cada días mas extendida en occidente) sabemos que este descenso es más marcado. Esta bajada de testosterona cumple una función evolutiva para el mejor cuidado de los hijos, formación y mantenimiento del vínculo con el bebé, aunque puede llevar a una disminución de la libido si no se compensa con motivación emocional y afectiva.

Todos estos cambios influyen en la intimidad de la pareja. Tanto la intimidad física como la emocional están interconectadas y cuando alguna de ellas disminuye provoca problemas sexuales. Por tanto, ya no es solo tener una relación corporal y satisfactoria sino sentirse parte de la pareja y para ello puede que se necesite nuevas formas de expresar esta intimidad.

En este aspecto, es importante para los nuevos padres una buena comunicación en la que sintamos confianza para expresar lo que necesitamos y deseamos, respeto, paciencia y grandes dosis de afecto. Numerosos estudios resaltan que mantener una salud sexual adecuada en el embarazo y puerperio origina mayor satisfacción, bienestar y mejor adaptación a la vida puerperal. Para ello, la sexualidad debe vivirse libremente, de manera abierta y compartida con la pareja. Estos estudios también nos demuestran que la disminución del deseo sexual en las mujeres es temporal y reversible. Necesitan tiempo y afecto para reencontrarse con su cuerpo. Para las mujeres, es importante sentirse con bienestar físico y psicológico y, además, sentirse preparadas.

Hay ciertos factores que dificultan o favorecen en la mujer el volver a retomar las relaciones sexuales antes y con mayor satisfacción. Estos factores serían relevantes conocerlos en el embarazo y en las clases de preparación al parto. Se conoce que las mujeres con periné integro reinician antes las relaciones sexuales que aquellas que tienen algún tipo de intervención (cesárea, parto instrumental o episiotomía). Teniendo en cuenta que, según los estudios, el 75% de las mujeres primíparas sufren desgarros, las dificultades sexuales en pareja tras la llegada de los hijos es una realidad para muchas parejas.

También sabemos que aquellas que no tienen desgarros o son de tipo 1 tienen menos dolor en las relaciones sexuales, sienten más satisfacción sexual y tienen mejores orgasmos que aquellas cuyos desgarros son de mayor grado o les han hecho episiotomía. El riesgo de tener dispareunia (dolor antes, durante y/o después de la relación sexual) es de un 80% en desgarros tipo 2.

En las encuestas realizadas a las mujeres sobre satisfacción sexual revelan que la vivencia de su primera relación sexual (con coito) es dolorosa en un 68%, y una de cada tres afirma que son encuentros nada satisfactorios. En la mayoría de los casos, lo que motiva a las mujeres a reanudar su vida sexual después del parto es la necesidad de satisfacer a su pareja, pero tendremos que valorar qué repercusión tiene para la pareja,  esta forma de afrontar la sexualidad.

Aunque es una preocupación común, tanto los médicos como las pacientes pueden postergar el hablar sobre asuntos sexuales durante el embarazo y el postparto como resultado de la incomodidad de la mujer respecto a tocar el tema o a la falta de capacitación del profesional de la salud para obtener una historia clínica sexual adecuada. Esta falta de educación hacia la pareja, junto con creencias erróneas, miedos, dificultades e inquietudes y el sinfín de cambios vividos en este periodo pueden alterar los patrones sexuales entre los padres y desembocar en resultados adversos para la pareja como problemas en la relación, dificultades para la mujer a nivel físico y psíquico-emocional y en general, dificultades para la instauración de la nueva familia.

Referencias: